Seguro es por la repetición más que centenaria de la letanía de la pequeñez, que tanta gente se ha acostumbrado a pensar en Puerto Rico (o mejor dicho, a pensar a Puerto Rico) desde una perspectiva liliputiense. Vivir a la sombra de otro país parece haber tenido el efecto de aquel brebaje con el que Alicia, en su país de las maravillas, se empequeñeció –sólo que ella encontró un antídoto y nosotros aún no. Víctimas de una sobredosis de la chapulinesca chiquitolina, la gestión pública ha respondido entonces a la ley del resultado mínimo: un país “pequeño” que hace cosas pequeñas, porque no hay para más.

Por eso, la propuesta que presentó la semana pasada nuestro candidato a la gobernación, el Lcdo. Rubén Berríos Martínez, para la creación de un Gran Parque Metropolitano de Tierra y Mar, es sobre todo una invitación para por primera vez pensar de verdad en grande para nuestro país. Con el Gran Parque pretendemos abandonar la mezcla de envidia y resignación con que estamos acostumbrados a admirar grandes proyectos del extranjero, para iniciar un proyecto que, literalmente, dejaría chiquito al Parque Central neoyorquino y a otros espacios verdes en todo el mundo.

Aunque solemos pensar en el área metropolitana como un asfixiante sembradío de cemento más que como una joya ecológica, la realidad es que entre los municipios de Bayamón, Cataño, Guaynabo, San Juan y Loíza, se encuentran ecosistemas y formaciones naturales tan diversas como mogotes, sumideros, playas arenosas, costas con dunas, costas de arenisca, manglares, islotes, lagunas, estuarios y humedales herbáceos. Hay zonas de anidaje de tortugas, hábitats de aves acuáticas nativas y migratorias y hasta plantas carnívoras. Lo que proponemos con la idea del Gran Parque es crear una enorme reserva que sirva para proteger esa riqueza del último gran pulmón del área metropolitana, a la vez que se abran espacios para la recreación, el aprendizaje y la conservación; un lugar donde las familias puedan compartir de forma segura, y que podamos heredar a muchas generaciones por venir.

Con el Gran Parque estaríamos uniendo en un gran corredor ambiental la propuesta Reserva Natural de Las Cucharillas, el Paseo Lineal del Río Bayamón, el antiguo vertedero de San Juan, el Parque Central, Martín Peña, el margen del Canal Suárez, y el Bosque de manglar de Piñones. En su fase marítima, el Parque comenzaría en el este de Laguna del Condado y finalizaría también en Piñones, pasando por el Canal San Antonio, la Bahía de San Juan, el Caño Martín Peña, la Laguna San José, Laguna Torrecilla y los canales Blasona y Piñones. El eje del Parque estaría en los terrenos ocupados hasta ahora por el Fuerte Buchanan, que estarán pasando a manos puertorriqueñas próximamente, y que serviría además, a través del arrendamiento de las edificaciones ya existentes, como una de las principales fuentes de financiamiento para el proyecto. El Parque estaría bordeado por un gran paseo tablado, a través del cual se podrá transitar a pie o en bicicleta, y contaría con áreas de descanso, torres de observación, espacios para la educación ambiental y la conservación y propagación de especies, campo de golf (ya existente en Buchanan) y pista de deportes extremos. Los centros de venta de alimentos y de alquiler de equipo como bicicletas y kayacs estarían en manos de las comunidades, que derivarían así un beneficio económico del funcionamiento del Gran Parque.

Una de las grandes ventajas de esta propuesta es que casi todos los terrenos que se incluirían en este parque-reserva-corredor son propiedad pública, lo que quiere decir que al menos hasta Vacía Talega, no sería necesario expropiar más que unos pequeños bolsillos. Contemplamos además que cada municipio continúe administrando las áreas que ya tiene bajo su jurisdicción (como es el caso del Paseo del Río Bayamón y del Parque Central de San Juan), pero conectando los espacios de forma integral. El manejo del Gran Parque estaría a cargo de la Autoridad para el Desarrollo de la Infraestructura Verde de San Juan, que asumiría el control de las estructuras de Buchanan y se encargaría de agenciar el financiamiento para el desarrollo y mantenimiento (en conjunto con los municipios) de las facilidades del Parque.

El Gran Parque Metropolitano sería además la culminación del esfuerzo de muchos ciudadanos que en desafío al poderío económico de unos pocos y a la desidia del gobierno han logrado la preservación de importantes espacios verdes. Ese es el caso de la propuesta reserva de las Cucharillas, del designado Corredor Ecológico de San Juan (con el que eventualmente conectaría el Gran Parque), del Paseo Lineal Enrique Martí Coll, en Hato Rey, y de las playas y manglares de Vacía Talega, donde aún se está librando una importante batalla.

Es un proyecto en grande y para largo. Para materializarlo (y no existe razón alguna para que alguien se pueda oponer a una propuesta como ésta) lo que se necesita es, sobre todo, mucha voluntad. Nuestra invitación es a que el Gran Parque Metropolitano de Tierra y Mar sea, más que la propuesta de un partido, un gran proyecto de todos los puertorriqueños. Nos sobran los temas en qué discrepar y las ocasiones para la desarmonía. Nos faltan espacios en los que podamos coincidir y esfuerzos en los que podamos estar hombro con hombro. Tenemos, con el Gran Parque, una oportunidad extraordinaria para materializar un sueño del que podemos ser parte los que lo iniciemos hoy y –cuando sólo seamos un recuerdo– los que lo sigan disfrutando mucho tiempo después.

Quizás la primera dosis del antídoto a la pequeñez no se encuentre en un frasco en un país de cuentos, sino en el gran espacio verde que en este país que habitamos, con nuestro empeño de hoy, puedan recorrer nuestros hijos mañana.