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Cuadrando caja

Por Lcdo. Denis Márquez
Secretario Organización PIP
Publicado en Periódico Metro
28 noviembre 2014

La llegada de la temporada navideña representa para los pequeños comerciantes la época de tratar de "cuadrar caja". Este tiempo se ha transformado en la oportunidad de recuperarse de los embates del aumento en el costo de la energía eléctrica y servicios esenciales, de tratar de enfrentar los múltiples impuestos. El momento requiere continuar luchando por sobrevivir en una economía diseñada para beneficiar a los "grandes", a esas grandes cadenas que nos arropan a lo largo y ancho de Puerto Rico "bendecidas" con todo tipo de subsidios e incentivos otorgados indiscriminadamente por el Gobierno.

 

La proliferación desproporcionada de las cadenas de farmacias y multinacionales establecidas en cada cuadra golpean y ahogan a las farmacias de comunidad. Y es que la realidad colonial azota en la cara a nuestros miles de comerciantes. En nombre de la libertad de comercio, provista por la Constitución estadounidense, lo que prevalece son sus intereses a costa de los de las diversas empresas puertorriqueñas que no han podido ser protegidas por legislación local que las apoye. Ese es el producto de la incapacidad de las leyes y del Gobierno puertorriqueño de proteger nuestras industrias y nuestra economía.

El discurso del Gobierno promete apoyo al pequeño empresario, a las pymes, al agricultor de aquí. Las promesas vienen acompañadas del anuncio "alegre", pero esa fantasía publicitaria es una cosa y otra muy distinta es la difícil y, en ocasiones, quijotesca realidad de hacer negocio en Puerto Rico si eres de aquí. Un recorrido por las principales avenidas de la zona metropolitana y por diversos cascos urbanos nos muestra la cantidad exorbitante de negocios, de comerciantes y empresarios locales, cerrados e incluso abandonados. Es el resultado de la competencia desigual y el desplazamiento, de la obsesión irresponsable del Gobierno y de muchos alcaldes de eliminar edificios y servicios gubernamentales de sus centros urbanos y de seguir apoyando la multiplicación de centros comerciales a las afueras de aquellos centros.

Conscientes de las nefastas consecuencias de esta realidad, en el PIP llevamos mucho tiempo planteando la necesidad apremiante de decretar una moratoria a la autorización de proyectos de grandes centros comerciales en las afueras de los pueblos, prohibir la zonificación de terrenos agrícolas y de valor ecológico para la construcción de instalaciones comerciales, la necesidad de repoblar sectores comerciales tradicionales incentivando la rehabilitación de edificios abandonados y hacer una exhaustiva revisión a la ley de monopolios. Estos son algunos ejemplos de acciones inmediatas. Es necesario, además, un gobierno pulcro, eficiente, con voluntad política de defender a la empresa puertorriqueña, que es la que realmente genera trabajo.

La respuesta del Gobierno ha sido la imposición de medidas como la patente nacional, el conservar acuerdos de beneficios contributivos a empresas que desplazan a las locales y la insistencia de un nuevo impuesto a los derivados del petróleo que redundará en mayores costos de producción Han sido capaces de incluir en esta sesión extraordinaria nuevos "barriles de tocino'' para sufragar todo tipo de proyectos en distintos distritos, con el burdo propósito de conseguir los votos de los legisladores para que aprueben el impuesto al petróleo.

Como en años anteriores, a pesar de estas medidas, de los obstáculos y de la falta de acción de las agencias llamadas a protegerlo, el comercio puertorriqueño continúa tratando de contribuir al funcionamiento de nuestra sociedad.