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La caja vacía

Por: Calixto Negrón
Publicado en Periódico Metro
17 de octubre 2014

"En guerra avisada no muere gente", reza el refrán. El agotamiento económico, la descomposición social, las degradaciones de crédito, el costo de vida asfixiante, la falta de empleo, la emigración masiva, la dependencia extrema, la baja tasa de participación laboral, el cierre de industrias, son noticias que se repiten diariamente tanto como el último tiroteo o asesinato. Esta debacle económica y social podría haber sido menos crítica, o incluso evitarse, si se hubiesen tomado las previsiones necesarias ante las muchas advertencias que por décadas se hicieron. Al igual que en las guerras, los huracanes o las enfermedades, en los procesos políticos cuando las advertencias no se toman en serio el precio a pagar es sumamente alto, y en este momento Puerto Rico lo está pagando.

En el caso de la economía enferma de Puerto Rico la cura no depende de que se forje o se integre un nuevo miembro a un equipo de desarrollo económico. Podrán estas personas ser competentes y contar con los mejores atributos o méritos personales y profesionales, pero si no hacen el diagnóstico correcto y luego reconocen la enfermedad, jamás será superada la situación crítica en la que se encuentra Puerto Rico en términos económicos. Si el nuevo equipo económico diagnosticara correctamente y reconocieran la enfermedad, que no es otra cosa que nuestra cruda realidad colonial, entonces se enfrentaría a la otra gran verdad: el ELA no cuenta con las herramientas ni los instrumentes políticos e institucionales indispensables a esta altura de los tiempos para hacer frente a la crisis.

Para que ese "nuevo" equipo económico pueda articular un verdadero plan estratégico de desarrollo es necesario que cuenten con una caja de herramientas llena de instrumentos. Por ejemplo, hoy, todos los expertos económicos, de adentro y de afuera, plantean, como una de las principales medidas para paliar la crisis, la urgencia de diversificar y expandir nuestras relaciones económicas mediantes enfoques y modificaciones que puedan insertar a Puerto Rico en el comercio de una economía globalizada. Para hacer posible esa propuesta es necesaria la independencia.

Como tantas veces lo ha planteado el respetado economista, Dr. Francisco Catalá, "...el desarrollo económico no es un fenómeno espontáneo. Se da en función de un diseño institucional". A lo que añade "...La independencia de una país...permite contar con una caja de herramientas con numerosos instrumentos institucionales. Se trata de una serie de poderes críticos para, por ejemplo, negociar tratados comerciales, controlar los flujos de importación y exportación de bienes y de factores de producción, establecer normas sobre la transportación y las comunicaciones, disponer para el uso y conservación de los recursos naturales, estructurar el sistema tributario, articular las relaciones laborales y reglamentar el sector financiero".

En otras palabras, mientras más herramientas contenga la caja mayor las posibilidades de que se nos multipliquen las opciones sobre qué medidas tomar para el desarrollo económico del país: tratados de libre comercios con países, regiones o grupos económicos, tales como la Unión Europea y UNASUR; exportar nuestros productos y servicios al costo que nosotros queremos y bajo nuestras condiciones; protegernos adecuadamente del costo de los productos importados mediante la utilización de la marina mercante que nos convenga, y no la americana que nos impone la ley de cabotaje estadounidense, ente muchas otras.

Nuestro desarrollo económico depende de las herramientas que tenga la caja. Desafortunadamente, la caja de herramientas de Puerto Rico está vacía. Para llenarla, es indispensable la independencia. ¿Qué podrá hacer el nuevo equipo de desarrollo económico para sacarnos del estancamiento con una caja vacía? Como decían no hace mucho, esa es la pregunta.