OTROS LOS SACRIFICADOS
Por Denis Márquez
Secretario de Organización
Partido Independentista Puertorriqueño
Publicado en Periódico METRO 8/mayo/2015
Parecería siempre muy válido preguntarse "cómo llegamos a este callejón sin salida" si no fuera porque cuatrienio tras cuatrienio en este país se cambia el partido que gobierna, pero nunca cambian las políticas económicas y financieras. Dirigidas siempre a perjudicar y condenar a la clase trabajadora y asalariada, a la clase media, a las miles de jefes de familia, las políticas del gobierno privilegian y tratan con ''guantes de seda" a las grandes empresas y a la clase adinerada del país. Llevan décadas diciéndonos que los que no pertenecemos a esa claque debemos estar preparados para "grandes sacrificios", pero la realidad es que la gran mayoría de las personas en Puerto Rico sobreviven ya con "grandes sacrificios" en su vida cotidiana. Son miles las familias que viven un calvario para lograr servicios especializados de salud para sus miembros o para obtener terapias y servicios educativos para sus hijos o, por ejemplo, por el hecho de que hacer arte: performance, pintura, teatro, cine, y todo el quehacer cultural, es un sacrificio para una infinidad de artistas en Puerto Rico.
Ahora, una vez más se repite, como una agresión por parte del gobierno, el estribillo del sacrificio ante una debacle de la que ellos, y gobiernos anteriores, son los únicos responsables. Todo el mundo reconoce el constante manejo irresponsable de los presupuestos del país durante cada uno de esos cuatrienios. El endeudamiento del gobierno y sus corporaciones públicas lo ha convertido en rehén sumiso de las empresas de inversiones y el clientelismo político, con la otorgación de contratos y nombramientos, es sello que marca a todas las administraciones penepés y populares. La obstinación del actual gobernador con querer aprobar un proyecto contributivo -al que la inmensa mayoría del país se oponía con una variedad de sólidos argumentos- ahora se manifiesta en su nuevo papel mediático de fanfarrón, y a través de todos sus cómplices gubernamentales nos dice que la educación, la universidad, el arte, el deporte, las batallas contra las enfermedades catastróficas y las organizaciones sin fines de lucro están amenazadas con drásticos recortes en sus fondos o, incluso, destinadas a desaparecer. Esta arbitraria y discriminatoria decisión describe claramente el tipo de administración pública que tenemos en que la justicia y el desarrollo social son invisibles.
¿Cómo adelantar como sociedad si el presupuesto del sistema educativo, donde se forman cientos de miles de niños y niñas, va a ser mutilado? ¿Cómo es posible plantearse que es una prioridad para el gobierno traicionar a nuestra juventud universitaria cambiando su fórmula de presupuesto para recibir menos dinero? Por décadas el gobierno no ha cumplido con su responsabilidad jurídica y política de brindar ciertos servicios a la ciudadanía y es por ello que una infinidad de entidades han tenido que cubrir y suplir las necesidades de diversos sectores. Propone el gobierno eliminar los fondos públicos para estas entidades y que se deje de proveer dinero para albergar y proteger a las víctimas de violencia de género; que los drogo dependientes, los deambulantes y las victimas mas estremecedoras de la injusticia social no reciban ni una frazada, comida o servicios médicos. Pretende el estado abandonar a las víctimas de graves enfermedades cuyos costos de tratamientos y medicinas son incosteables y condenarlas a poner en riesgo sus vidas o destruir a entidades que por años se han dedicado a brindar los servicios a los niños de educación especial. Se suma por otro lado, como consecuencia directa de los recortes a la Rama Judicial, el abrir aun más la brecha del difícil acceso a la justicia.
Mientras tanto, las grandes empresas, los nuevos turistas millonarios, los adinerados, los grandes intereses de siempre, seguirán siendo protegidos por el mismo gobierno, que aun en el siglo XXI, lo que conserva es la voluntad de ir de rodillas a Washington a buscar y no encontrar. Pero lo que es meridianamente claro es que el ánimo con que invitan al sacrificio es una ejecución en que ellos son el pelotón de fusilamiento y el resto estamos en el paredón, condenados a la pena de muerte. El sacrificio es enteramente nuestro, a ellos no los toca ni con una vara larga.