Por la niñez que es y la que será
Por Denis Márquez Lebrón
Secretario de Organización PIP y
Asesor de la Senadora María de Lourdes Santiago
Publicado en Periódico Metro
11 de diciembre de 2014
Conversaba recientemente con un guardia penal sobre la composición de la población carcelaria de adultos en la que labora y me decía: "Aquí lo que llegan son nenes". Esa frase recoge un diagnóstico de lo que sucede con nuestra juventud cotidianamente a lo largo y ancho de Puerto Rico. Refleja las consecuencias de nuestras traiciones. Todos los días escuchamos la trillada frase "Los niños son la esperanza del futuro", pero ¿qué hacemos, qué proponemos, qué transformamos los "grandes" para crear condiciones para ese futuro y para que el presente de esa niñez sea de crecimiento, de paz y de constructiva esperanza?
A diario discutimos y "manejamos" las consecuencias de la terrible situación económica y social. Las alarmantes estadísticas apenas revelan la cruda realidad de las múltiples manifestaciones del maltrato infantil. Los altos niveles de violencia, el abuso emocional, físico y sexual, los altísimos índices de condiciones y enfermedades -como el autismo, la diabetes y el sobrepeso infantil-, la deserción escolar y los miles de niñas y niños registrados en el ineficiente programa de educación especial, el procesamiento en los tribunales de menores como si fueran adultos y la falta de voluntad para su rehabilitación y reinserción productiva a la libre comunidad son algunos de los indicadores del pobre desempeño de nuestros sistemas e instituciones. No puede haber justicia para la niñez donde se siembra desigualdad social y económica y se promueve la falta de acceso a la salud, la educación y la justicia.
Es común para nosotros ver, a través de los medios de comunicación, familias reclamando e incluso suplicando por servicios, equipos y tratamientos médicos para sus hijos como consecuencia de la falta de un sistema de salud que nos cobije a todos. No es posible proteger o mejorar la calidad o la vida de un niño si depende de la generosidad de gente particular. Existe una responsabilidad gubernamental de proteger y cumplir con el derecho a la vida de todos los seres humanos y, particularmente, los más vulnerables, las niñas y niños.
Este panorama no cambiará mientras una de las respuestas del Gobierno sea cerrar escuelas. El enfoque debe dirigirse a transformarlas, a hacerlas más accesibles. La educación integral, la honesta y creativa, es necesaria para combatir y rechazar los chantajes y tensiones sociales. El alto nivel de violencia y de abuso sexual, por ejemplo, tiene que combatirse con educación sexual desde las escuelas, eliminando también la inequidades sociales por género y atendiendo las enfermedades mentales de todo tipo. Esto requiere comenzar por eliminar la "jaibería" partidista del Departamento de Educación que debe centrarse en adoptar una filosofía que se enfoque en las necesidades y posibilidades de cada uno de las niñas y niños; en asegurarse de matricular y preservar a toda la población potencial; en cumplir de una vez y por todas con las necesidades de los estudiantes de educación especial; en hacerles justicia salarial a los maestros, y en procurar y exigir una formación profesional de alta calidad y eficaz a todos los sectores que les brindan servicio a nuestros niños y jóvenes.
Hablar del futuro para la niñez es solo posible si reconstruimos y transformamos la sociedad en que vivimos y la hacemos más justa en todos los aspectos. Es responsabilidad de los "grandes" tomar las decisiones informadas y las rutas necesarias; es tiempo de "jamaquear el palo" y exigir. Los niños y niñas necesitan y reclaman un presente y un futuro diferentes.