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Remigia en la AAA o la siembra de nubes

En las pasadas semanas, muchos sectores de Puerto Rico han vivido el racionamiento del agua debido a los bajos niveles de los principales embalses del país

Por Hugo Rodríguez
Publicado en El Vocero
20 agosto 2015

"La vieja Remigia sujeta el aparejo, alza la pequeña cara y dice: –Dele ese rial (por real) fuerte a las ánimas pa' que llueva, Felipa." Así comienza Juan Bosch su cuento 'Dos pesos de agua'. En el mundo literario en que habita Remigia, los efectos de la inclemente sequía se podían mitigar enviando monedas para que las ánimas del purgatorio gestionaran las lluvias ansiadas.

 

En las pasadas semanas, muchos sectores de Puerto Rico han vivido el racionamiento del agua debido a los bajos niveles de los principales embalses del país. Los encargados de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) han atribuido la crisis de los abastos a la sequía que ha azotado al país. El simplismo de la explicación contrasta con lo enrevesado de las soluciones que discuten. Así hemos advenido en contacto con la floculación iónica y la siembra de nubes con yoduro de plata. La imagen que nos quieren vender de que estamos ante técnicos de avanzada y que la confianza del país puede descansar tranquila en su peritaje singular, choca con la realidad.

Los términos rebuscados y los tecnicismos ingenieriles no son suficientes para esconder el primitivismo que ha caracterizado a nuestro país en el manejo del recurso agua. Los regentes de la AAA han dependido del favor incierto del indomable clima. Desde hace dos décadas venimos escuchando que cerca del sesenta por ciento del agua que se produce se pierde a través de miles de salideros. Imaginemos cualquier empresa, sea de elaboración de pan, confección de camisas o fabricación de piezas automotrices, en la que el sesenta por ciento de la producción se eche al zafacón. No necesitamos al genio que inventó la floculación iónica para que nos revele que estaría avocada al fracaso inmediato.

¿Desde cuándo llevamos escuchando la necesidad de reforestar las cuencas para evitar la sedimentación de los embalses? Sin embargo, lo que adorna el paisaje no son los árboles recomendados, sino el desarrollo de construcciones. La siembra verde se sustituyó por la siembra gris, recordándonos de paso, el inescrupuloso sistema de permisos en donde el sello que se estampa en los formularios gubernamentales tiene la forma exacta que las presiones económicas le requieren.

Los gobernantes no han protegido los acuíferos de la sobreexplotación, ni han conservado sus áreas de captación, pero han rogado para que siga lloviendo. No han promovido el desarrollo de cisternas o tanques comunales, pero han bailado la danza para espantar la sequía. No han detenido el desparramamiento de las áreas urbanas, pero han confiado en el trópico generoso. No han educado sobre el uso sabio del agua a nivel personal ni institucional, pero cruzan los dedos en espera de que los pronósticos no se cumplan. No corrigen la tubería carcomida, pero cierran los oídos a la evidencia que les da en la cara y les venía gritado que la crisis estaba tocando a su puerta.

Es aceptable que Remigia dependa de la buena voluntad de las ánimas para tener agua. Para los funcionarios de gobierno responsables de manejar y preservar el recurso, es imperdonable.